Cuando los pueblos costeros fueron engullidos por las aguas y los enigmáticos monolitos de oscura piedra tallada emergieron desde las profundidades del fondo oceánico, una entidad más hizo su aparición en las ahora anegadas costas del Fondeadero. No se sabe si esta bestia de tamaño y fuerza incomprensibles fue atraída por los pilares semi-sumergidos, supuestamente usados en rituales, o si estos fueron arrancados de la oscuridad abisal por la voluntad de la criatura.
Eso poco importaba a los desesperados pescadores, quienes vieron en la aparición de este Leviatán una última oportunidad para salvarse de las crueles e implacables olas del océano en constante crecimiento. Alabado y venerado como un salvador, un dios, el Leviatán reposa al final del Muelle Sagrado, ensamblado por sus nuevos seguidores con los restos de madera y cuerda que pudieron recuperar de los vestigios inundados de sus antiguos hogares.
Curiosamente, su pútrida y decadente excusa de iglesia está abundantemente decorada con diapasones, cuya función es algo incierta, ya que no se sabe bien si forman parte de algún ritual oculto o sirven como talismanes para mantener a raya a la monstruosa criatura acuática.
Así como su morada está envuelta en misterio, también lo está la verdadera naturaleza del Leviatán, así como sus auténticos planes y objetivos para aquellos que han buscado su ayuda y recibido su bendición. Quizá nunca se llegue a comprender cuán complejo o cuán primordial es su mente en realidad.